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jueves, 28 de enero de 2010

Batalla De Artemisio

La flota aliada navegó hacia el norte del cabo Artemisio tras conocerse que el ejército persa estaba avanzando junto a la costa más allá del monte Olimpo, probablemente cerca de finales de julio o comienzos de agosto.

Flota Aliada 

Ejército Persa

Monte Olimpo

1)    Los aliados se apostaron en Artemisio, seguramente abandonando sus barcos en la playa del cabo, desde donde podrían hacerse a la mar rápidamente en caso de que fuera necesario.



2)    Los aliados enviaron tres barcos a Scíathos como avanzada para que avisaran de la proximidad de la armada persa.

Pasaron dos semanas sin que se avistara la flota persa. Finalmente, diez trirremes sidonias llegaron a la costa de Scíathos, y la flota aliada recibió aviso mediante una fogata encedida en la isla.


Trirreme Sidonia

Sin embargo, los barcos patrulla de la alianza fueron tomados desprevenidos, y dos de ellos fueron capturados mientras que el tercero quedó encallado.

Según Heródoto, en la confusión que siguió y sin la seguridad de si la fogata anunciaba la llegada de toda la flota persa o no, la armada aliada se dirigió al estrecho de Artemisio como medida de precaución.

Una vez que estuvo claro que los persas no llegarían ese mismo día, decidieron navegar hacia Calcis, a medio camino al sur siguiendo la costa oriental de Eubea, tras dejar algunos hombres en los cerros de Eubea para avisar sobre la llegada real de los barcos persas.

Calcis en Eubea

Los historiadores señalan que los aliados podrían haber malinterpretado el movimiento de los persas, llegando a la conclusión errónea de que éstos se dirigían al este, rodeando Scíathos, con la intención de pasar por la zona este de Eubea.

Las señales a través de fogatas deben haber sido realmente simplistas y posiblemente se las haya malinterpretado, o bien los encargados de enviar las señales en verdad creyeron que la flota persa navegaba rumbo al este de Scíathos.
 Flota Persa

Si los persas hubieran navegado alrededor de la costa oriental de Eubea, podrían haberse dirigido directamente al Ática y, por lo tanto, cortado la retirada de la flota aliada. Además, los persas contaban con suficientes barcos para intentar un ataque contra el estrecho de Artemisio y al mismo tiempo circunnavegar Eubea.

En consecuencia, la retirada hacia Calcis proporcionaba a los aliados la oportunidad de escapar del estrecho de Eubea en caso de que los persas se movieran por la costa de dicha región, al mismo tiempo que también les permitía regresar a Artemisio si fuera necesario. En esta situación, los vigías en Eubea podían informar a los aliados si la flota persa efectivamente navegaba por el este de Eubea, de modo que la armada aliada siguió esperando en Calcis. No obstante, es posible que los aliados, que sin duda estaban preocupados por la perspectiva de enfrentar a una flota que los superaba tan ampliamente, hayan reaccionado en forma exagerada.

Unos diez días más tarde, el ejército persa llegó a las Termópilas:

Persas En Termópilas


Esta información llegó a los aliados en Calcis en un barco capitaneado por Abronquio, quien había sido designado como enlace entre el ejército y la flota. Sin embargo, aún no había señal de la flota enemiga, y el primer día que los persas pasaron en las Termópilas concluyó sin que lanzasen un ataque. 



Al día siguiente, la flota persa finalmente se aproximó a Artemisio, dirigiéndose hacia el paso de Scíathos (entre la costa de Magnesia y Scíathos), cuando chocaron con una tormenta huracanada que envió a los persas hacia la costa rocosa. La tormenta duró dos días e hizo naufragar aproximadamente a un tercio de los navíos persas. 

Entretanto, en las Termópilas, el ejército persa seguía esperando que los griegos se dispersaran, por lo que optaron por no atacar durante la tormenta.



Un día después de que la tormenta concluyó, la flota aliada regresó a Artemisio para proteger el flanco del ejército en las Termópilas.

Al día siguiente (el quinto desde que los persas llegaron a las Termópilas), el ejército de Jerjes comenzó a atacar a los griegos que bloqueaban el paso.



Ese mismo día, la flota persa finalmente atravesó el paso de Scíathos y echó amarras en la costa opuesta a Artemisio, en Áfetas.

Según Heródoto, 15 barcos persas se toparon con los aliados y fueron capturados. Pese a que la flota persa había sido claramente disminuida por la tormenta, aún superaban en número a los aliados en una proporción cercana a tres contra uno. Como consecuencia, los aliados contemplaron la posibilidad de retirarse por completo.

Los habitantes de Eubea, que no deseaban quedar abandonados a merced de los persas, sobornaron a Temístocles para que intentase que la flota aliada permaneciera en la zona. 

Eubea (En Rojo)


Ya que la operación conjunta en las Termópilas y Artemisio había sido de su propia autoría, es probable que esto haya sido justamente lo que Temístocles deseaba, y es soborno le permitió a su vez pagar a los almirantes espartano y corintio, Euribíades y Adimanto, para que permanecieran en Artemisio.

Más tarde ese mismo día, un desertor de la flota persa, un griego llamado Scyllias, nadó hasta el campamento aliado y les transmitió malas noticias:

Pese a que la mayoría de la armada de Jerjes se encontraba en reparación, los persas habían desplegado 200 barcos que se encontraban en condiciones de navegar para que rodearan la costa de Eubea y cortaran la ruta de escape de la flota aliada. Los persas aún no deseaban atacar a los aliados ya que creían que estos sencillamente huirían, por lo que pretendían encerrarlos.

Los aliados decidieron avanzar y enfrentar al destacamento de 200 navíos para evitar quedar atrapados, pero planearon movilizarse al caer la noche para que los persas no conocieran sus intenciones.

Es muy probable que los aliados supieran que la situación en que se encontraban les ofrecía la oportunidad de destruir una parte de la flota persa.

Heródoto no es claro acerca del lugar donde los aliados planeaban chocar contra el destacamento enemigo y sólo señala que decidieron llevar esto a cabo. Existe la posibilidad de que hayan pensado navegar junto al estrecho de Eubea y esperar que el resto de los navíos aliados, que patrullaban las costas del Ática, siguieran a los persas una vez que entrasen al estrecho desde el sur, y entonces los mismos persas se encontrarían atrapados.

Otra posibilidad es que los aliados se hayan preparado para emboscar al destacamento persa cuando este pasaba por Artemisio, en su viaje desde Áfetas. 

Cualquiera sea el caso, decidieron hacer creer a los persas que tenían programado permanecer en Artemisio.

Heródoto también señala que esta era la oportunidad ideal para evaluar la habilidad marítima y tácticas de los persas.

Los aliados probablemente esperasen hasta última hora de la tarde para que hubieran pocas posibilidades de verse en medio de un enfrentamiento a gran escala; no deseaban sufrir bajas antes de dirigirse rumbo al destacamento de barcos persas. Estas decisiones llevaron a iniciar la batalla.

LAS FLOTAS

La Flota Persa

Heródoto produce una descripción detallada de la flota persa que se congregó en Doriscos durante la primavera de 480 a. C. Sin embargo, luego de que la flota fuera golpeada por la tormenta cerca de la costa de Magnesia, se perdió aproximadamente un tercio de la misma. Por lo tanto, según cálculos de Heródoto, la flota persa habría contado con unos 800 trirremes en la batalla de Artemisio.




Región
Nº de
barcos
Región
Nºde
barcos
Región
Nº de
barcos
300
200
150
100
100
100
70
60
50
30
30
17




Total
1207

Algunos especialistas modernos han aceptado como ciertos estos números, en especial debido a que las fuentes antiguas concuerdan inusualmente en cuanto a ello.

Otros autores rechazan aquella cantidad, considerando que 1207 era más bien una referencia de la flota combinada griega en la Ilíada, y teniendo en cuenta que, en general, los persas no podrían haber botado al Egeo más de unos 600 barcos de guerra.

La Flota Griega

Heródoto afirma que, en la batalla de Artemisio, la flota griega contó con 280 navíos. Esta flota habría estado compuesta por los siguientes contingentes (los números entre paréntesis corresponden a pentecónteros, el resto de los barcos eran todos trirremes):

Ciudad
Nº de
 barcos
Ciudad
Nº de
barcos
Ciudad
Nº de
 barcos
127
40
18
20
20
12
10
8
7
5
2
2 (2)
(7)


Total
271 (9)


Los atenienses habían estado construyendo una gran armada desde 483 a. C., aparentemente para conseguir la victoria en su conflicto permanente con Egina. No obstante, es probable que la construcción de barcos, que se realizó bajo el consejo de Temístocles, también tuviese en miras un conflicto futuro con el Imperio Persa. Pese a que los atenienses solicitaron inicialmente el comando de la flota aliada, aceptaron que el mismo se le concediera a Euribíades de Esparta para preservar la unidad.

LA BATALLA

Primer Día

Cuando los persas vieron que la flota aliada se dirigía hacia ellos, decidieron aprovechar la oportunidad y atacar, pese a que el día ya estaba acabando, pensando que obtendrían una victoria fácil, y avanzaron rápidamente sobre la pequeña flota aliada.

Sin embargo, los aliados habían planificado una táctica para aquella situación, según la cual pusieron «proa hacia los bárbaros, [y] unieron sus popas en el medio».

Generalmente, se considera que esto significa que formaron un círculo, con los arietes apuntando hacia fuera;

Tucídides informa que, en la guerra del Peloponeso, las flotas peloponesias adoptaron una formación circular, con sus popas unidas, en dos ocasiones.

No obstante, Heródoto en realidad no utiliza la palabra círculo, y Lazenby remarca la dificultad de que 250 barcos formen un círculo (las flotas peloponesias constaban de 30–40 barcos).

Por lo tanto, es posible que los aliados se desplegasen en una formación más parecida a una medialuna, con los extremos más atrás para evitar que los navíos persas rodeasen la formación aliada.

Cualquiera sea el caso, probablemente la maniobra pretendiera anular la habilidad marítima superior de los persas y, tal vez específicamente, el empleo del diekplous.

Luego de asumir dicha formación al recibir una señal predeterminada, los barcos aliados avanzaron de manera repentina tras emitirse una segunda señal, desplazándose hacia los navíos persas y tomándolos desprevenidos.

Con su habilidad marítima incapacitada, los persas salieron mal parados de este encuentro, con 30 de sus barcos capturados o hundidos.


Durante la batalla, un barco griego capitaneado por Antidoro de Lemnos se pasó al bando de los aliados. La noche puso fin a la batalla, y los aliados habían logrado mejores resultados de los esperados.

En la noche se desató otra tormenta (probablemente una tormenta eléctrica acompañada con vientos desde el sudeste), lo que impidió que los aliados se dirigieran rumbo al sur para enfrentar al destacamento persa que había sido enviado alrededor de Eubea.

Sin embargo, la tormenta también afectó a dicho destacamento, sacándolo de curso y arrojándolo contra las "Ensenadas" de Eubea. Fue así que este grupo perteneciente a la flota persa también naufragó y perdió la mayor parte de los barcos que lo componían.


Segundo Día

Al día siguiente, que también fue el segundo día de la batalla de las Termópilas, la flota persa, que ahora se recuperaba de dos tormentas, rehusó atacar a los aliados y, en cambio, se dedicó a recuperar la capacidad náutica de sus barcos.

La noticia del naufragio en las cercanías de Eubea llegó a oídos de los aliados ese mismo día, junto con un refuerzo de 53 navíos atenienses.

Los aliados volvieron a esperar hasta el atardecer para atacar a una patrulla de barcos cilicios y, luego de destruirlos, se retiraron mientras caía la noche. Es posible que aquellos barcos hubiesen sido supervivientes del destacamento que habían estado navegando alrededor Eubea, o tal vez hubieran estado anclados en un puerto aislado.
  
Tercer Día

El tercer día de la batalla, la flota aliada atacó a los persas con todas sus fuerzas.

Al ver que los enemigos se congregaban, los aliados intentaron bloquear el estrecho de Artemisio lo mejor posible y esperaron que los persas atacasen.

Los persas formaron un semicírculo con sus barcos y procuraron encerrar a la flota aliada, que avanzó iniciando la batalla. El enfrentamiento se prolongó todo el día, y los aliados se esforzaron por defender su posición. Cuando las flotas al fin se separaron al llegar la noche, ambos bandos habían sufrido bajas aproximadamente iguales.

Sin embargo, al ser menor, la flota aliada no podía permitirse tales bajas; la mitad de los barcos atenienses (el mayor contingente dentro de la flota) estaban dañados o perdidos.

Los aliados regresaron a Artemisio, donde evaluaron que seguramente no podrían mantener su posición un día más a causa de las pérdidas sufridas. En consecuencia se inició un debate acerca de si debían retirarse de Artemisio mientras aguardaban noticias de las Termópilas.

Temístocles ordenó a sus hombres que mataran y asaran a los rebaños de Eubea para que no cayeran en manos de los persas. Abronquio llegó con el barco que hacía las veces de enlace desde las Termópilas y relató la destrucción de la retaguardia aliada en las Termópilas por la traición de Efialtes. 

Conociendo esta noticia, el conservar el estrecho de Artemisio ya no servía a ningún propósito estretégico, y dadas sus bajas, la flota decidió la evacuación inmediata.

Resultado De La Batalla

Un bote de Histiea alertó a los persas sobre la retirada de los griegos, pero éstos no lo creyeron al principio. Tras enviar algunos barcos para ver si esto era cierto y descubrir que así era, la flota entera se dirigió a Artemisio por la mañana. A continuación, los persas navegaron hacia Histiea y saquearon la región circundante.

La flota aliada se trasladó a Salamina, cerca de la costa del Ática, para ayudar con la evacuación de los atenienses que quedaban allí. Durante el trayecto, Temístocles dejó inscripciones en todas la fuentes de agua en que sus enemigos pudieran llegar a detenerse. Estas inscripciones estaban dirigidas a los griegos jonios que tripulaban navíos persas y en ellas se les exhortaba a desertar en favor de la causa aliada. Según Heródoto, el mensaje era el siguiente:

Varones jonios, no obráis bien en hacer guerra a vuestros padres y mayores, ni en reducir la Grecia a servidumbre. La razón quiere que os pongáis de parte nuestra. Y si no tenéis ya en vuestra mano hacerlo así, por lo menos podéis aun ahora retiraros vosotros mismos de la armada que nos persigue, y pedir a los carios que hagan lo que os vieren hacer; y si ni lo uno ni lo otro pudiereis ejecutar por hallaros tan agobiados con ese yugo, y tan estrechamente atados que no podáis levantaros contra el persa, lo que sin falta podréis hacer es, que entrando en algún combate, os lo estéis mirando con vigilante descuido, teniendo presente que sois nuestros descendientes y sois aún la causa del odio que desde el principio nos cobró ese bárbaro.

Luego de la batalla de las Termópilas, el ejército persa incendió y saqueó las ciudades beocias que no se habían sometido al imperio, PlateaTespias, y después marcharon sobre la evacuada Atenas.

Mientras tanto, los aliados (en su mayor parte peloponesios) se prepararon para defender el istmo de Corinto demoliendo el único camino que lo atravesaba y construyendo una muralla para obstruir el paso.




Al igual que en las Termópilas, el éxito de dicha estrategia dependía de que la armada aliada efectuara un bloqueo simultáneo, impidiendo la tránsito de los barcos persas por el golfo Sarónico, para que las tropas no pudiesen desembarcar directamente en el Peloponeso.

Golfo Sarónico

No obstante, en lugar de un simple bloqueo, Temístocles convenció a los aliados de intentar lograr una victoria decisiva sobre la flota persa. Tras atraer a la armada enemiga al estrecho de Salamina en el mes de septiembre, la flota aliada consiguió destruir a la mayor parte de los barcos persas, lo que prácticamente puso fin a la amenaza que se cernía sobre el Peloponeso.

Peloponeso

Temiendo que los griegos atacasen los puentes que atravesaban el Helesponto y atraparan a su ejército en Europa, Jerjes retrocedió a Asia junto con la mayor parte de sus hombres. 



De todas formas, antes de partir el emperador dejó una fuerza selecta bajo el mando de Mardonio para que completara la conquista el año siguiente.

Mardonio

Sin embargo, presionados por Atenas, los aliados peloponesios finalmente aceptaron poner a prueba a Mardonio y obligarlo a batallar, para lo que marcharon sobre el Ática.



Mardonio se retiró hacia Beocia con la intención de atraer a los griegos a terreno abierto, y ambos bandos acabaron por encontrarse cerca de la ciudad de Platea. 
Batalla de Platea


Allí, la batalla celebrada en agosto de 479 a. C. concedió al ejército griego una victoria decisiva después de destruir a gran parte del ejército enemigo, lo que puso fin a la invasión a Grecia.

Casi al mismo tiempo, en la batalla naval de Mícala, los griegos aniquilaron a la mayoría de los remanentes de la flota persa, con lo que redujeron la posibilidad de una nueva invasión.

Batalla Naval de Mícala (Agrandar)

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