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viernes, 22 de enero de 2010

El Fin De Esparta

La derrota de Selasia contra la Liga Aquea dirigida por Macedonia lleva por primera vez a la ocupación de la ciudad. 


Este episodio supone un hito: Esparta está vencida. La historia que le queda por delante no tiene nada que ver con el glorioso y heroico pasado de la ciudad.

En el 205 a. JC Esparta se alía con Roma, pero ocho años después las alianzas se invierten y, ésta vez, la ciudad lacedemonia está sola frente a Roma y las demás ciudades griegas.


La paz del 195 a. JC sella su debilidad. Es obligada a ceder el puerto de Giteo con su flota, se le prohíbe reclutar periecos y resulta amputada de buena parte de su territorio.


En el 192 a. JC la ciudad ingresa casi por la fuerza en la Liga Aquea, con la condición de derribar los muros que habían sido construidos no hacía mucho por el rey Nabis, los primeros de su historia.


También se le obliga a abolir la “agogé” y liberar a los ilotas.

En el 148 a. JC, tras un corto período de paz, la Liga Aquea vuelve a derrotar a los restos del ejército espartano.

El gran beneficiario de todos estos conflictos es Roma, que impone definitivamente su dominio sobre Grecia.

A partir de ese momento se evidencia una extraña neurosis en la sociedad espartana.

Neurosis En La Sociedad Espartana

Destruida su potencia militar, vencida, la ciudad renuncia a dirigir ninguna coalición ni a intentar recuperar su influencia en la política griega. Esparta lo había perdido todo. Sus murallas, sus ilotas, su área de influencia, su prestigio militar.

Sólo le quedaba una cosa: la “agogé”. Paradójicamente, ésta, lejos de relajarse, recrudece su crueldad y si ya hasta entonces había sido particularmente dura, ahora se vuelve inmisericorde y sangrienta.

La imposibilidad de vencer enemigos exteriores hace que la agresividad espartana se vuelva contra los más débiles: sus propios hijos, los teóricos beneficiarios de la “agogé”.



De todo el mundo conocido acuden gentes ávidas de asistir a los ritos sangrientos realizados en público y que prefiguran los juegos de gladiadores.

Los niños de menor edad son castigados con una dureza sin precedentes en el mundo civilizado. Tras cualquier falta, por pequeña que sea, son azotados. Muchos mueren bajo el látigo.

Finalmente es preciso construir un anfiteatro para que un público extranjero, cada vez más numeroso, pueda asistir a estos espectáculos.

Ya no volverá a haber nada notable ni digno de mención en la ciudad. Sus últimos cinco siglos de existencia son de una tristeza exasperante. En el siglo IV estos espectáculos seguían siendo representados para sorpresa y satisfacción de los recién llegados a la ciudad.

Los hérulos terminaron saqueándola en el 267.


Los visigodos de Alarico terminaron destruyéndola en el 395 y dispersando a su población.
Alarico




Visigodos

La fundación de la ciudad de Lacedemonia por el Imperio Bizantino no supuso, ni remotamente, un acercamiento al antiguo prestigio de Esparta.

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