A través de su historia, los espartanos se caracterizaron por ser el ejército de tierra por excelencia. A pesar de ello, durante las Guerras Médicas, contribuyeron con un pequeño contingente naval de 20 trirremes y con el comandante supremo de la flota, pero siempre se apoyaron en sus aliados, y principalmente en los corintios, para conseguir una fuerza naval de consideración.
Aristóteles, en la Política, apunta que la navarquía era «casi otra monarquía» (ii, 9, 1271a 37-41).
Trirreme Espartano
Eventualmente, fue la creación de una armada propia lo que permitió a Esparta vencer a Atenas en la Guerra del Peloponeso.
Gracias a los fondos procedentes del tesoro persa, Lisandro, que había sido nombrado navarca de Esparta en 407 a. C., fue capaz de reunir una armada fuerte, y consiguió amenazar y finalmente destruir la preeminencia ateniense en el mar Egeo.
A pesar de lo anterior, el mantenimiento de dicha armada duraría poco, y no sobreviviría a los acontecimientos de la Guerra de Corinto.
En la batalla de Cnidos de 394 a. C., la armada espartana sería derrotada de forma definitiva por una flota conjunta de Atenas y Persia, en lo que supondría el final de la breve supremacía naval espartana. El golpe final lo recibirían 20 años más tarde, en la batalla de Naxos de 376 a. C.
Desde ese momento, los espartanos mantendrían una pequeña flota de forma periódica, pero su efectividad estaría limitada.
Finalmente, el último momento de apogeo de la flota espartana sería bajo el gobierno del Rey Nabis, quien creó una flota con ayuda de sus aliados cretenses para controlar la línea de costa de Laconia.
Nabis
El Navarco
El navarco o navarca («el barco» y «el mando »), literalmente el «capitán del navío», era el título militar dado a los capitanes de naves de guerra en la Grecia Antigua. En Esparta, era una magistratura importante que se da al capitán de la flota.
En Esparta, la magistratura del navarco fue instituida para paliar el problema del mando; según la Gran Retra:
a) Los reyes eran quienes mandaban las tropas terrestres.
b) Pero no detentaban el mando de la armada.
Ciertas expediciones podían estar comandadas por jefes que no eran reyes, pero se trataba habitualmente de pequeñas campañas, que movilizaban pocos hombres.
A partir de 430 a. C., durante la guerra del Peloponeso, la ciudad nombraba sistemáticamente a los navarcos. Eran elegidos probablemente por la Apella a propuesta de los éforos, pero no por los reyes mismos.
La magistratura era anual, y no renovable: en 405 a. C., Lisandro fue enviado solamente como segundo capitán, pues el navarco titular era Araco.
Lisandro
Al navarco se le agregaba:
a) Un secretario (ἐπιστολεύς epistoleus), que era su segundo de a bordo.
b) Y un epíbata (ἐπιϐάτης / epibatês), el tercer capitán.
Bajo control directo de los éforos pero no de los reyes, el navarco podía ser destituido en cualquier momento, al contrario que los reyes. Esta situación creó a menudo tensiones entre reyes y navarcos, como entre Antálcidas y el Rey Agesilao II.
Agesilao II
Aristóteles
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