Los poetas y los rapsodas cantaron durante siglos las “frases lacónicas” atribuidas a Leónidas en vísperas del combate. Cuando se le advirtió que las flechas medas cubrían el sol, no dudó en decir entre desafiante y displicente:
“Entonces combatiremos a la sombra"
Y cuando hubo de recibir a los enviados de Jerjes quienes le solicitaron la rendición y la entrega de armas, se limitó a decir:
Tras los primeros combates, en los que el ejército persa fue duramente castigado, Leónidas volvió a lanzar una de sus afiladas frases:
“Los persas tienen muchos hombres, pero ningún guerrero”
Pero todas las historias de heroísmo y grandeza tienen un final trágico. No existen finales felices en la guerra antigua ni moderna.
Un pastor griego, Efialtes, traicionó a los héroes de las Termópilas, mostrando a Jerjes un paso alternativo que permitía envolver a los espartanos.
Efialtes
Efialtes Con Jerjes
Persas Por Sendero Secreto
Efialtes y Persas
Se dice que cuando Leónidas advirtió la maniobra de envolvimiento ordenó la retirada de sus aliados, permaneciendo él y sus 300 espartanos, unos pocos tespios, arcadios y tebanos, sobre el desfiladero.
Al amanecer del quinto día de batalla, Leónidas aconsejó a sus hombres:
“Desayunad bien que hoy no habrá cena”
Luego todos murieron, pero su sacrificio retrasó unos días la marcha del ejército persa y permitió a los griegos reorganizarse.
Una lápida colocada allí, tan austera como los protagonistas cuya gesta recordaba, decía:
El Laconismo En La Educación Espartana
En su período de educación a los jóvenes espartanos se les enseñaba el arte de la conversación.
Austeros en su comportamiento, debían serlo también en la conversación; aprendían a hablar poco, utilizar escasas palabras, concentrar ideas y lograr que cada frase fuera tan incisiva como el aguijón de las abejas que estaban pintadas en sus escudos de combate.
Este hablar “lacónico” deriva, precisamente, de la región de Lacedemonia donde se practicaba como un arte espartano.
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