Resulta evidente que la crisis del siglo VII a. C. no podía ser resuelta más que mediante la creación de un ejército de hoplitas que sucediera a los guerreros a caballo o en carros.
Y es la aparición de la clase de ciudadanos que lo forman, a través de la absorción de la aristocracia terrateniente por la masa popular, lo que da lugar a la “eunomia” (“buena ley”). Dicha absorción se llevará hasta el extremo, a fin de crear la igualdad total.
Los aristócratas renuncian totalmente a sus privilegios:
· En el siglo VI a. C., la ciudadanía de Esparta cuenta con entre 7.000 y 8.000 Homoioi (“Iguales”).
· La aristocracia terrateniente renuncia a sus propiedades para ponerlas en común.
· Cada cual recibe un lote (“klerós”, “lote-heredad”) equivalente e inalienable: no se puede vender ni hipotecar.
· Su cultivo se encomienda a los siervos del Estado (los ilotas), que entregan las rentas en especie al propietario para que sostenga a su familia, pero sin que se pueda enriquecer.
· Los ciudadanos tienen prohibido el comercio; de este modo, todo el mundo está plenamente disponible para la guerra, única actividad verdaderamente cívica y en la que se centra el proceso educativo, igual para todos. La igualdad, por último, se extiende al ámbito político, puesto que todos participan en la asamblea.
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